El pasado miércoles asistí a una meditación
con cuencos tibetanos en Jarité de la Asociación Jarit de Valencia e impartida por Toni
Moral, y como en otras ocasiones en los que he tenido ocasión de disfrutar de
la magia de este sonido, salí con una profunda relajación y paz. A esta se unió también una agradable charreta acompañada
de un té con Toni y Jorge Mafé, voluntario de Jarité Espai Obert.
Soy la mayor ignorante entre las ignorantes a nivel musical, incapaz
de hacer la o con un canuto, literalmente, en lo que a combinar los sonidos de forma armónica se
refiere, también cuando canto; sin embargo, si puedo asegurar que siento la
música. En ocasiones una determinada melodía o tema me ha emocionado hasta la médula, en otras me ha
conectado con recuerdos olvidados del pasado incluso, o también me han hecho llorar
como una magdalena liberándome de angustias o tristezas, o me han inducido a bailar y a la risa, teniendo la facultad la música mejorar los ambientes. Y en otras ocasiones, me ha llevado a
estados de profunda paz y relajación.
Me cuesta entender un mundo sin música.
Me cuesta entender un mundo sin música.
Soy de naturaleza un tanto sensible, aunque
no se puede dejar de reconocer el enorme poder transformador y transmutador de
la música, de cuencos tibetanos, de Mantrams, de sonidos de la naturaleza, o de otros sonidos con efectos positivos.
En definitiva, el desconocimiento completo de
un arte no te exime de sentir este con
el alma, y mucho menos de beneficiarte de sus efectos.
La importancia del sonido podemos verla ya en
libros tan antiguos como La Biblia
cuando dice “Dios habló y el universo fue creado”, que también aparece en El
Corán.
La facultad de hablar o de emitir sonidos por el cuerpo humano de forma articulada corresponde al centro laríngeo, este centro corresponde al quinto chacra laríngeo,
relacionada con la glándula endocrina tiroides, que controla determinadas
funciones corporales, y atribuidas las cualidades de expresión y creatividad.
El cuerpo humano posee en total 7 vórtices de energía o Chakras que se
distribuyen desde la base de la columna hasta la parte superior de la cabeza.
Estos chacras son también puntos de conexión o enlace por los que fluye la
energía a otros vehículos o cuerpos del hombre, así como con la energía vital de
otros planos, relacionándose cada uno de ellos con una glándula endocrina
(suprarrenal, sexuales, páncreas, tiroides, pituitaria, pineal, timo).
Estos elementos se mueven constantemente en
el interior del cuerpo humano ritmicamente, aunque pueden haber desequilibrios
y desajustes en el giro o amplitud del movimiento de estos vórtices de energía.
El sonido en su frecuencia y vibración puede resonar con los Chacras ajustando estos, y en la medida en
que equilibramos y restablecemos el ritmo de los chacras podemos mejorar la
salud a todos los niveles.
Bien sea a través de la influencia sobre
estos Chacras, sólo visibles por un clarividente o una persona altamente
evolucionada, o bien por la influencia sobre las
ondas cerebrales, y también el latido de
nuestro corazón y respiración, o bien porque unos tienen una influencia directa
sobre el otro, el caso es que el sonido puede hacernos “vibrar” y cambiar nuestro estado físico, emocional y mental, e incluso nuestro nivel de conciencia.
Hay muchas formas de utilizar el sonido de
forma terapéutica. Conocer los mecanismos de algo tan sutil e imperceptible en
su naturaleza, así como sus efectos energéticos en los cuerpos sutiles del
cuerpo humano, y hacerlo de manera responsable puede ser de una enorme contribución
a esta humanidad.
Y para empezar que mejor que asistir a conciertos o meditaciones de cuencos
tibetanos, escuchar música con la que resonemos y nos produzca bienestar, o
asistir a grupos de meditación en la que se entonen Mantrams, entre otras formas
de beneficiarse de los efectos terapéuticos del sonido. Mientras confiamos en
cada vez más hayan “magos del sonido”, con buena voluntad y amor, capaces de
hacernos conectar con nosotros mismos y producirnos un mayor estado de bienestar así como elevar nuestra conciencia.
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