lunes, 29 de octubre de 2012

NUESTRO MAPA VITAL: UN FRACTAL GEOMÉTRICO


“Un fractal es un objeto geométrico cuya estructura básica, fragmentada o irregular, se repite a diferentes escalas. El término fue propuesto por el matemático Benoît Mandelbrot en 1975 y deriva del Latín fractus, que significa quebrado o fracturado. Muchas estructuras naturales son de tipo fractal.
A un objeto geométrico fractal se le atribuyen las siguientes características:
Es demasiado irregular para ser descrito en términos geométricos tradicionales.
Es autosimilar, su forma es hecha de copias más pequeñas de la misma figura.” (enciclopedia Wikipedia)
       
La naturaleza en su infinita sabiduría ha creado fractales, o figuras geométricas auto similares  a escala menor de la misma figura, y formando parte de la misma. Las personas formamos parte de esa naturaleza, y somos  los seres más evolucionados  en el plano físico.

Entonces, ¿Por qué no nuestras vidas pueden responder a una disposición fractal, en la que se repitan vivencias e interacciones con personas significativas así como circunstancias, a una menor escala?

El otro día un amigo me contaba que estaba saliendo con una chica con el mismo nombre y la misma profesión que la anterior pareja. Que casualidad; me decía, sin saber que él y solo él, estaba creando y había elegido esa realidad, sin ser consciente de ello e, indefectiblemente; con el deseo de crecer cada día más inmerso en el mundo del amor.

Nosotros configuramos un mapa vital junto con las personas más cercanas, familiares y otros, desde que nacemos. En  la configuración de un determinado mapa vital, en el que está implicado nuestro circulo inmediato y más significativo, hemos contribuido nosotros en la misma medida que los demás.

Ese mapa vital puede compararse a una figura geométrica, y mediante la teoría de los fractales podemos entender como ese mapa con todas las relaciones  de todo tipo, algunas de ellas con conflictos no resueltos, también con  relaciones disfuncionales, se puede llegar a repetir a pequeña escala con otros “personajes” (amigos, nuevos compañeros sentimentales, compañeros de trabajo, etc) que aparecen en nuestra vida. Así el mapa vital se repetiría a pequeña escala como si de un fractal se tratará, englobado por la figura mayor, y como en las figuras fractales sería autosemejante sin ser totalmente igual.



La filosofía oriental sabe, y es un hecho al que cada vez más se acerca la física cuántica, que construimos nuestra realidad, bajo esa premisa, parece lógico pensar que podemos reproducir esa realidad a pequeña escala, lo cual sin ser su finalidad, pues la realidad carece de finalidad en si misma y simplemente es, nos permitiría entender desde una perspectiva mayor que lugar ocupamos en ese mapa vital, y como contribuimos con nuestras actitudes de amor o de carencia de amor a esa determinada configuración. Porque la misma responsabilidad  tenemos nosotros como cualquiera que forma parte de ese nuestro mapa vital, único para cada persona, pero a la vez, compartido en parte por todos los que forman parte de nuestra mapa vital. Siendo esa parte común de nuestro mapa vital mayor o menor según el nivel de relación que mantengamos con esa persona.

Forman pues todos los mapas vitales de la humanidad una gran red interconectada, y por tanto una unidad. De ahí, lo que le hagas a tu semejante te lo estás haciendo a ti mismo. De todos es conocido que el aleteo de una mariposa en Hong Kong puede provocar una tormenta en Nueva York. Hecho ya conocido por los místicos orientales y otros grandes seres evolucionados, y a lo que cada vez más se acerca la física cuántica.

La perspectiva de nuestra vida que nos proporciona la figura de menor tamaño nos permite deshacer nudos emocionales y favorece nuestra evolución,

Esotéricamente se dice que como alma decidimos incluso las circunstancias en las que nacemos:  familia, región y otras circunstancias, las cuales nos proporcionaran la escuela que nos permitirá realizar un determinado trabajo interior, con el fin de mejorar, evolucionar, y expresar cada vez más nuestra esencia divina. En esa tarea que nos hemos auto impuesto, la representación de nuestra realidad a pequeña escala puede facilitarnos ese trabajo enormemente. A menudo hemos oido lo de que la vida es la mejor escuela, pues te repite la lección hasta que la aprendes.

¿Cuántas veces no hemos visto repetidas una y otra vez las mismas circunstancias en nuestra vida?, realidades y circunstancias que se auto repiten, personas con carácter, actitudes, con las que nos encontramos  con ciertas similitudes con otras con las que hemos mantenido o mantenemos una relación estancada, y a resolver.Y que permite deshacer algún nudo emocional o alguna cuestión a resolver, y así poder evolucionar cada día más en el amor. Nuestra única misión en la vida.


Algo similar puede ocurrir cuando haces un camino lleno de magia, y con la energía de millones y millones de peregrinos a lo largo de cientos de años, como es el camino de Santiago, este puede llegar a ser un fractal o una representación a pequeña escala de tu vida, que te permita comprender dónde estás y hacia dónde vas.



Como dice un axioma esotérico  “ Como arriba es abajo; como abajo es arriba”. Este principio encierra la verdad de que hay una cierta correspondencia entre las leyes y los fenómenos de los varios estados del ser y de la vida. Y este mismo principio, así como este mismo teoría de los fractales en el diseño del mapa vital de una persona, no podría acaso extrapolarse, a nivel sociológico con la historia de una comunidad o  nación, o acaso no hay una similitud a transcender en el conflicto que hubo en el estado español durante la guerra civil entre ambos bandos, y los durísimos años siguientes de posguerra, con el conflicto que se vive en la actualidad, con un cariz de enormes similitudes, por poner un ejemplo.

Y tú, ¿identifica esas figuras geométricas de menor escala a una superior, y que tu mismo estás construyendo junto con otras personas o realidades?, porque esa compresión, te permitirá deshacerte de los límites impuestos de ese determinado mapa vital, de esa figura fractal, para construir uno nuevo de mayor extensión.

¿O cada vez que ampliamos nuestra conciencia no estamos acaso redefiniendo y rediseñando un nueva figura fractal? abarcando cada vez más realidad. Hasta que quizás llegue un día que nuestro fractal abarque toda la realidad, y la humanidad sólo tengo un único mapa fractal, reconociendo así la UNIDAD en todo y de todos. Qué bonito! 

lunes, 22 de octubre de 2012

CAMINO DE SANTIAGO 2: NOCHE DE MIEDO

Noche de miedo en el convento de San Antón
(dedicado a Gilmara, que me animó a escribir y escribir cuando le conté esta historia)


A las 15 h de la tarde llego, tras una caminata de 22 kilómetros,  a las ruinas del Convento de San Antón, en la provincia de Burgos,atravesadas en parte por una estrecha carretera comarcal, por la que discurre el camino los últimos cuatro kilómetros hasta el final de esa étapa, y casi reservada a caminantes de lo poco transitada que está por vehículos a motor.

Aquel lugar, a excepción de dos peregrinas alemanas tomándose una bebida en la entrada al recinto principal de las ruinas, está desolado. Al atravesar la puerta del convento siento una enorme paz, sólo se oye el sonido de pajarillos y el arrullo de palomas campando a sus anchas entre los recovecos, dinteles, alfeizares, claraboyas y demás estructuras arquitectónicas, bastante bien conservadas  las paredes que quedan, de lo que fue la iglesia y el convento de San Antón.


El altar se puede ver enfrente de la puerta principal, con su campana en lo alto, su rosetón y una cruz tau, emblema de la orden de San Antón, por encima, coronándolo todo. El ala derecha está reformada . A partir de lo que parecen claustros de la antigua iglesia han hecho habitaciones, conservándose gran parte de muros y estructuras originales, y  levantándose techos con claraboyas en cada una de las habitaciones.



Veo una puerta abierta totalmente, que accede a lo que parece un pequeño comedor cocina. En la entrada hay una mesita con un botijo de agua, todo invita a entrar y cobijarse del sol, a la vez que refrescarse un poco al resguardo del microclima que se crea entre muros de gran espesor, como son los de una construcción con solera como aquella.

Miro el móvil por si he recibido alguna llamada o mensaje, y compruebo que  no hay ni cobertura ni conexión a Internet. Me siento en una silla y me decido a beber un poco de agua de la que llevo conmigo, y a comerme unas almendras, cuando llega un señor de unos 60 años que se presenta como el hospitalero de aquel lugar, de nombre Jose Manuel.

El sitio me inspira tranquilidad pero a la vez me parece sobrecogedor, y barajo la posibilidad de quedarme a dormir alli, aunque, por otra parte, pienso en que pudiera ser que no lleguara ningún otro peregrino más que decida quedarse y tener que pasar la noche sóla en este inquietante lugar, pues Jose Ramón tras ver la única habitación con varias literas, me dice que el duerme en una casita fuera del recinto de las ruinas.

Desde luego que aquel espacio es el escenario ideal de una película de miedo, ruinas, palomas, cruces varias, la historia del lugar, pues según me contó el hospitalero fue un hospital de leprosos, a la vez que convento durante muchos años. Todo es un tanto inquietante.

Pasé la tarde en aquel lugar, sin terminar de decidirme, visitado por unas cuantas personas, incluida la hospitalera del pueblo cercano y en que termina la etapa, de procedencia francesa de unos 30 años, había venido en bicicleta a relajarse un rato y a visitar a Jose Manuel, lo cual hizo despertar en mi simpatía y confianza.

José Manuel resultó ser un hombre muy campechano y sencillo, y tal vez fue por eso por lo que me mantuve en la idea de pasar la noche allí. Entre los dos preparamos una suculenta cena, el hizo pasta con tomate, lo cual agradecí mucho pues esa mañana había estado pensando que llevaba ya varios días sin comer pasta y que si tenía ocasión a la noche la comería, por ser un plato de energía inmediata y muy adecuado cuando haces una actividad física intensa.
 Y yo preparé una suculenta ensalada variada. Cenamos y resultó ser un gran conversador con  una conversación variada e interesante. Nos pusimos un vasito de vino tinto casero que tenía, y que solía sacar a la mesa. Me estuvo contando que la noche anterior fueron 7 cenando, alemanes y algún español, y me hizo una disertación muy interesante sobre pautas de comportamiento de los peregrinos según nacionalidad. Resulto que los alemanes eran de los que mejor le caían, y los italianos los que peor, a los chicos italianos les gustaba fardar delante de las chicas pero a la hora de arrimar el hombro nada de nada, aunque el ya tenía sus estrategias para con cada una de las nacionalidades;  de los brasileños me dijo que eran los últimos en levantarse, y otros tantos  comportamientos que había observado en sus muchos años de hospitalero, y que respondían bastante a los tópicos.

cocina comedor del hospital de San Antón con José Ramón 

Hablamos también sobre fanatismos y religiones, entre otras cosas. Desde luego que daba gusto escucharlo.

Después de cenar tocó un rato la guitarra, como dijo tenía costumbre, y  al acabar dejo en su sitio, en un rincón de la cocina comedor en el suelo.

Sobre las 21 h llego el esperado momento en el que sabía me quedaría sóla, se despidió Jose Manuel, diciéndome que iba a cerrar el acceso a las ruinas por la carretera para que nadie pudiera entrar a media noche, pero que si necesitaba algo el tendría la puerta de su casa abierta como me dijo tenía costumbre, y a la cual se llegaba por una pequeña puerta metálica situada en medio de la pared del altar mayor, allí donde oteaba a lo alto la cruz tau y la campana.

También me dijo que si quería irme por la mañana antes que él se levantara, enfrente de las habitaciones había una doble puerta metálica con una cancela, me dijo que la quitara y podría salir por allí, y por ahí acceder a la carretera que me llevaba al siguiente pueblo, a unos tres kilómetros. Y al que yo al final no había optado a ir a pasar la noche a uno de los dos concurridos albergues que tenía, a pesar y todo de que seguro encontraría algún amigo del camino.
Me quedo mirando a Jose Manuel mientras atraviesa el meandro de piedras de varios tamaños y se dirige hacia la puerta metálica que según me ha dicho accede a su casa, y entonces me quedo con la única compañía del ulular de las palomas  y el silencio del lugar. ¿Qué me ha hecho quedarme allí? Pienso es mi afán por experimentar, por enfrentarme a todo aquello que me causa respeto e incluso un poco de temor, a parte del hecho, de que aquel espacio tiene una magia especial que me ha retenido entre sus viejas estructuras arquitectónicas.

Se hacen las 10 y pico, y me siento un tanto turbada, está anocheciendo y decido acostarme a descansar mientras me duermo. Cierro la puerta de la habitación, con cristales y sin llave, y desde la cama puedo ver al otro lado de la puerta, hacia dónde me quedo mirando tal vez esperando que en cualquier momento haga su aparición una presencia.

No sé cuanto tiempo trascurre pero ya se ha hecho de noche por completo, cierro los ojos y me quedo dormida. Ni se el tiempo que llevo así, cuando un fuerte ruido me despierta sobresaltada del profundo sueño en el que estoy sumergida, y tras unos instantes de desconcierto identifico la procedencia del ruido.

En el mismo preciso momento que lo reconozco mi corazón se acelera a mil por hora. El sonido es el ruido de una cuerda de la guitarra en la habitación contigua, comunicada con la habitación en la que estoy durmiendo por la parte de arriba, pues el muro que las separa no llega hasta el techo. No hay nadie allí. Intento encontrar una explicación racional al hecho pero no la encuentro, estoy sola y, según me ha dicho Jose Manuel, nadie puede acceder al recinto, ¿Qué explicación tiene aquello?.
Busco a tientas la linterna que he dejado, precavidamente, en una silla al lado de la cama, pues en aquel lugar no hay luz eléctrica. Le doy varias veces al interruptor de la linterna, que funciona presionando en la parte de atrás de la linterna, y a la tercera consigo encenderla. Por un momento pienso entre las posibles opciones que hacer, pues la que he descartado de inmediato, es continuar allí y volverme a dormir, pienso que otro ruido similar puede provocarme un ataque de pánico. Así que, me pongo el forro polar que tengo a mano, pues hace bastante frío y me calzo las sandalias que están debajo de la cama, y me dispongo a salir al exterior de la habitación. Sólo pienso en salir de  la habitación cuanto antes, y  ni me paro a recoger la mochila. Una vez fuera de la habitación, en el patio central rodeado de las antiguas paredes del monasterio, miro por un momento al cielo y me maravillo de la cantidad de estrellas que brillan a lo alto, no estoy para contemplaciones de ningún tipo, y con la linterna en mano me dirijo a través del caos de piedras de diversos tamaños a la puerta metálica en el altar principal, por la cual había visto hacía unas horas desaparecer a Jose Manuel. Por un instante pienso en la posibilidad de que se encuentre cerrada y un cierto temor, añadido al que ya tengo, me invade.


Llego a la puerta y respiro aliviada al encontrarla abierta, y poder atraversala y salir del recinto del monasterio. Enfrente veo una casa con un pequeño porche a la entrada, cruzo el camino que me separa hasta esta, y entro por la puerta entornada. Me pongo a recorrer la casa, en una habitación oigo ronquidos, y decido ir hasta allí y avisar a quien supongo será Jose Manuel  de mi presencia en la casa, no sea que se peor el remedio que la enfermedad, y pueda asustarlo yo. Llo llamo varias veces sin franquear la puerta de su habitación, y tras despertarlo le comento: -Tengo miedo, me quedo en la casa a dormir.
Me dice: - De acuerdo,
- Le digo: - Ha sonado una cuerda de la guitarra”, a lo cual el me contesta: - No creo, con toda naturalidad, como si nada, pienso yo, el causante de casi un ataque de pánico y este hombre lo reduce a un simple “ no creo”.
No tengo duda de lo he oído pero por otra parte oir su voz y su despreocupación me tranquiliza.

Me voy a una de las habitaciones que he visto vacías, una con una cama de matrimonio, y ya más relajada y tumbada en la cama, recorro la habitación con la linterna y puedo ver en las paredes, un tapiz de procedencia india con elefantes justo enfrente de mi, una foto de la madre Teresa de Calcuta, un cuadro con caballeros de la orden del temple montados a caballo, una cruz Tau. Y por el suelo y en una mesa redonda libros y objetos referidos al camino, cajas medio cerradas esparcidas por la habitación. Desde luego que no hay nada allí que me perturbe pero a la vez pienso que  esta habitación parece más bien un santuario esotérico  que un sitio para dormir.

En cuanto veo los primeros rayos del amanecer asomar por la ventana me levanto decidida a volver al lugar de los acontecimientos, recoger mis objetos personales, mi saco de dormir que deje sobre la cama tal cual, hacerme la mochila, y marcharme de allí cuanto antes. Es increíble como la luz del día puede disipar todos los temores de la noche anterior. Ya con la mochila hecha voy  a la cocina, echo algo de dinero en un cerdito para tal fin colocado en un aparador, y escribo unas líneas de agradecimiento y de despedida en el libro de visitas en una mesa de la cocina. Y en eso,  cuando me dirijo hacia la puerta con cancela por la que salir, Jose Manuel aparece y me pregunta: ya te vas? A la vez que me dice  ”mujer tomate un café antes de irte, te sentará bien”, aunque quiero irme de allí cuanto antes, pienso que porque no, y ya en la cocina, me dice. “que mal me sabe que hayas tenido miedo y pasado una  mala noche”, a la vez que se dirije hacia la guitarra, y acto seguido piensa en voz alta, habrá sido una cuerda de la guitarra que se rompería, y así fue y pudo comprobar.

Todo el temor de una noche reducido a una simple explicación física y de lo más terrenal.
A partir de ahí su preocupación giró en dónde conseguir en los alrededores una cuerda para reponer la rota, mientras yo marché pensando que a la simple explicación física y del ruido, podía añadirle el hecho de que tal vez las entidades espirituales que moraban el lugar, que seguro haberlas las habría, me habían querido dar la bienvenida a ese extraño y misterioso lugar.

Resultaba más poético, al menos. O más bien, había sido el poder de mi mente, y la capacidad de hacer real nuestros temores.

EL SONIDO: LA ESENCIA DE LA MAGIA


El pasado miércoles asistí a una meditación con cuencos tibetanos en Jarité de la Asociación Jarit de Valencia e impartida por Toni Moral, y como en otras ocasiones en los que he tenido ocasión de disfrutar de la magia de este sonido, salí con una profunda relajación y  paz. A esta  se unió también una agradable charreta acompañada de un té con Toni y Jorge Mafé, voluntario de Jarité Espai Obert.


Soy la mayor ignorante  entre las ignorantes a nivel musical, incapaz de hacer la o con un canuto, literalmente, en lo que a  combinar los sonidos de forma armónica se refiere, también  cuando canto; sin embargo, si puedo asegurar que siento la música. En ocasiones una determinada melodía o tema me ha emocionado hasta la médula, en otras me ha conectado con recuerdos olvidados del pasado incluso, o también me han hecho llorar como una magdalena liberándome de angustias o tristezas, o me han inducido a  bailar y a la risa, teniendo la facultad la música mejorar los ambientes. Y en otras ocasiones, me ha llevado a estados de profunda paz y relajación.
Me cuesta entender un mundo sin música. 

Soy de naturaleza un tanto sensible, aunque no se puede dejar de reconocer el enorme poder transformador y transmutador de la  música, de cuencos tibetanos, de Mantrams, de sonidos de la naturaleza, o de otros sonidos con efectos positivos.

En definitiva, el desconocimiento completo de un arte no te exime de sentir  este con el alma, y mucho menos de beneficiarte de sus efectos.

La importancia del sonido podemos verla ya en libros tan  antiguos como La Biblia cuando dice “Dios habló y el universo fue creado”, que también aparece en El Corán.

La facultad de hablar o de emitir sonidos por el cuerpo humano de forma articulada corresponde al centro laríngeo, este centro corresponde al quinto chacra laríngeo, relacionada con la glándula endocrina tiroides, que controla determinadas funciones corporales, y atribuidas las cualidades de expresión y creatividad.
El cuerpo humano posee en total  7 vórtices de energía o Chakras que se distribuyen desde la base de la columna hasta la parte superior de la cabeza. Estos chacras son también puntos de conexión o enlace por los que fluye la energía a otros vehículos o cuerpos del hombre, así como con la energía vital de otros planos, relacionándose cada uno de ellos con una glándula endocrina (suprarrenal, sexuales, páncreas, tiroides, pituitaria, pineal, timo).

Estos elementos se mueven constantemente en el interior del cuerpo humano ritmicamente, aunque pueden haber desequilibrios y desajustes en el giro o amplitud del movimiento de estos vórtices de energía. El sonido en su frecuencia y vibración puede resonar con  los Chacras ajustando estos, y en la medida en que equilibramos y restablecemos el ritmo de los chacras podemos mejorar la salud a todos los niveles.






Bien sea a través de la influencia sobre estos Chacras, sólo visibles por un clarividente o una persona altamente evolucionada, o bien por la influencia sobre las ondas cerebrales,  y también el latido de nuestro corazón y respiración, o bien porque unos tienen una influencia directa sobre el otro, el caso es que el sonido puede hacernos “vibrar”  y cambiar nuestro estado físico,  emocional y mental, e incluso nuestro nivel de conciencia.


Hay muchas formas de utilizar el sonido de forma terapéutica. Conocer los mecanismos de algo tan sutil e imperceptible en su naturaleza, así como sus efectos energéticos en los cuerpos sutiles del cuerpo humano, y hacerlo de manera responsable puede ser de una enorme contribución a esta humanidad.

Y para empezar que mejor que  asistir a conciertos o meditaciones de cuencos tibetanos, escuchar música con la que resonemos y nos produzca bienestar, o asistir a grupos de meditación en la que se entonen Mantrams, entre otras formas de beneficiarse de los efectos terapéuticos del sonido. Mientras confiamos en cada vez más hayan “magos del sonido”, con buena voluntad y amor, capaces de hacernos conectar con nosotros mismos y producirnos un mayor estado de bienestar así como elevar nuestra conciencia.

lunes, 15 de octubre de 2012

SANACIÓN CON FLORES DE BACH, MÁS ALLÁ DE LO FÍSICO


El otro día comiendo en casa de unos amigos me comentaba uno de ellos sobre un artículo que había leído sobre flores de Bach y Homeopatía, y que  supuestamente, ninguna de las dos formas de terapia han sido capaces de demostrar por medios objetivos una efectividad específica, es decir, mayor que la del efecto placebo, y que  por ello no se puede considerar una forma de terapia basada en evidencias.
Después de esta conversación sentí la necesidad de escribir sobre el tema nutriéndome de diferentes fuentes, y que  pudiera arrojar algo de luz a la supuesta controversia sobre su efectividad.
Tanto la homeopatía como las flores de Bach, prima hermana de esta, son tratamientos de medicina holísitca que basan su efectividad en su actuación  sobre cuerpos más sutiles del organismo, el cuerpo etérico o astral, por lo que no poseen componentes químicos activos con acción fisiológica o biológica.

Mientras que las flores o esencias florales de Bach es una solución hidroalcolhólica diluida en proporción 1:144 (jugo de flores/brandy), los remedios homeopáticos se preparan diluyendo progresivamente una sustancia y sacudiendo repetidas veces la disolución. Tras las sucesivas diluciones solo quedan presentes cantidades extremadamente bajas de principio activo, e incluso el número de diluciones puede alcanzar tal grado que no quede ni una molécula de la sustancia original.
 El doctor Bach basa sus esencias florales en  su experiencia clínica, incluida en hospital homeopático de Londrés, los fundamentos hipocráticos de la escuela médica clásica y por la lectura de Paracelso (1493-1541), y del místico alemán Rudolf Steiner , fundador de la medicina antropofósica, y en varias filosofías orientales.

Si bien es cierto que no hay ensayos clínicos que avalen de una forma determinante su efectividad, decir que estos son escaso y cuestionables en cuanto a la metodología en relación con las particularidades de este tratamiento.

Para entender esta modalidad terapéutica hemos de tener en cuenta nuestra compresión de la realidad occidental mecanicista y las dificultades para entender la realidad más allá de los sentidos, y la simpleza de no dar por válido aquello que no se pueda demostrar en el laboratorio o con algún tipo de experimento o ensayo. Hacer esto sería limitar la realidad a lo que se puede percibir por los sentidos e ignorar toda la realidad más allá de estos, obviando un  universo infinitamente rico e interconectado de todo con todo lo demás. O acaso, ¿se podría explicar en un laboratorio estados de amplitud de consciencia, de gozo, de inmensidad y grandeza o estadios de Amor, intuiciones o premoniciones que sobrepasan cualquier explicación?

Según ciencias milenarias orientales y filosofías ocultistas  el cuerpo humano está dividido en varios planos, así los tres primeros son el físico, el emocional o astral,  y el mental, habiendo otros cuatro más superiores, y  cada uno de estos se subdivide en otros tantos. Así en el plano físico tenemos un cuerpo etérico o energético, contraparte de este, que lo rodea y lo interpreneta, siendo por el que circula la energía vital o prana. En la existencia de este plano etérico y su red de canales y nadis, está basado todo el constructo de la acupuntura, y que nadie se atrevería a cuestionar.

Este cuerpo etérico constituye parte del aura, de semejanza al cuerpo físico pero luminoso y transparte,  habiendo ya estudios científicos y aparatos que permiten visualizarlo y que avalan su existencia. Así como personas clarividentes con la capacidad de verlo.

Todos estos cuerpos están conectados entre sí, influyendo uno sobre el otro, y controlando el superior al inferior, así un equilibrado del cuerpo etérico mejorará el estado del cuerpo físico en general, o bien una mejoría del estado emocional puede curar dolencias físicas, siendo estas la mayoría de veces somatizaciones del subconsciente no aceptado o reprimido, y  que aflora al cuerpo físico en forma de enfermedad.

Basándonos en estos principios de anatomía oculta será mucho más efectivo  incidir sobre planos superiores del cuerpo humano no sólo para mejorar enfermedades físicas sino para mejorar estados emocionales.

Podemos explicar la efectividad de las esencias florales en cuanto a la interacción del campo vibracional de determinadas flores con el campo vibracional (etérico-emocional) del enfermo.
Del mismo que se puede explicar la interacción entre cuerpo etéricos o astrales, o acaso no nos influye emocionalmente de distinta manera estar cerca de determinadas personas, o quien no ha tenido experiencias de leer el pensamiento de alguien de manera precisa, debido a la comunicación de planos mentales de personas, y lo que podría llamarse formas de telepatía. Acaso ¿no estamos hablando de formas más sutiles y superioras de sanación y de comunicación, que con el desarrollo de nuestros vehículos corporales lleguemos a ejercer cada vez en mayor grado?

En cualquier caso para los que necesiten datos, las terapias florales del Dr. Bach se aplica desde hace más de 70 años, existe mucha experiencia en su uso  y testimonios de resultados satisfactorios. En 1983 la OMS recomendó a todos los estados miembros la utilización de dicha terapia en los sistemas de salud, aunque su implementación y aplicación como terapia generalmente no están reconocidas oficialmente por los sistemas sanitarios estatales, y menos aún reglamentadas legalmente (excepto en Chile y Cuba).

Los remedios de Bach se pueden aplicar en casi todas las circunstancias, de manera compatible con todos los tratamientos, con todos los medicamentos y sin ningún efecto secundario.

En cualquier caso la mayor evidencia es la que cada uno pueda comprobar con su experiencia personal.